Un análisis comparado: la Feria de las Flores
La Feria de las Flores (2015) Medellín:
Este proyecto artístico me resulta especialmente interesante por la conexión entre, por una parte, de los cuadros de Fernando Botero, que es un artista famoso por pintar personas sumamente gordas, colores suaves, actitudes y gestos muy costumbristas. Todo con un aire de un mundo onírico y un tanto poco real. Botero no es un artista especialmente crítico, sino todo lo contrario, es muy naíf.
Y, la conexión, por otra parte, con las vivencias reales y muy duras de las cuatro guías, mujeres menores de edad víctimas de explotación sexual.
Las cuatro guías explicaban, a través de sus propias vivencias, cómo la posición social de la mujer tradicional en Colombia facilita estas estructuras de explotación sexual en base a las imágenes de Botero.
Aquí el contexto de las imágenes cambia radicalmente, a través de esta conexión y lo que se supone que serían bonitas pinturas superficiales y de cuento apto para niños, se convierte en un abismo negro del alma humano cruel por medio de la explotación sexual de los miembros más vulnerables de la sociedad: mujeres menores de edad.
La superficie inocente trae una sombra inesperada consigo. Las figuras planas de aspecto inofensivo, de repente, se abren a un significado siniestro apenas tapado por una hipocresía burguesa.
Es como el comienzo de la película “Blue Velvet” de David Lynch donde en una mañana idílica de un pueblo americano lleno de flores y colores saturadas, los ciudadanos sonrientes, los chalés individuales con su césped verde y los mayores regando el jardín cuando, de repente, algo va mal al enredarse la manguera de agua y el mayor cae al suelo y se retuerce en convulsiones y espasmos. La cámara baja hacia el césped y se adentra en la tierra donde aparece apenas unos centímetros más abajo un mar de cucarachas pululando:
https://youtu.be/TwuzI8Y0uW0?si=72OvvDigWGKqvM16
Se crea el efecto artístico inesperado: En un principio los espectadores entran en un museo para ver cuadros de Fernando Botero; un marco museístico típico, deambulan por las salas grandes, luminosas y en silencio para que los cuadros les dejan sus impresiones. Las visitas guiadas, se supone, ahondan en las expectativas de sensaciones agradables al aportar más información sobre los cuadros y su creador.
Aquí, de repente, todo se tuerce al explicar las guías la cruda realidad de la sociedad colombiana machista y depredadora de mujeres abusadas. Los espectadores se encuentran inmediatamente en un contexto totalmente diferente, de crítica social cruda y de la, ni siquiera, se pueden desviar ya que la autenticidad del relato de las guías que son las propias mujeres sexualmente explotadas y abusadas no les dejan escapatoria. La ficción aparentemente bonita y superficial de los cuadros se relaciona con la realidad triste de la sociedad y adquiere una profundidad inesperada, nada bonita, pero aclaratoria de la condición humana con todas sus bajezas.
Aquí es importante la colaboración de varios agentes del mudo artístico:
La artista que fue invitada por el museo para trabajar sobre el tema de la violencia sobre las mujeres. Se supone que la financiación también se basó en la convocatoria del museo para trabajar el tema.
Muy importante fue la colaboración de otros agentes ajeos al mundo de arte, el primer contacto con colectivos de activistas en favor de la protección de las niñas contra el abuso sexual, los profesionales cuidadores de las niñas que ayudaron a elegir las cuatro guías.
Obviamente las cuatro mujeres que colaboraban como guías que son las auténticas protagonistas.
Muy importante es la documentación del proyecto y el video ya que esta acción se inscribe en la categoría del arte efímero. O sea, cuando acaban las visitas guiadas se acabó la obra; aunque, ciertamente no en la memoria de los espectadores que habían participado en las visitas guiadas, pero este tipo de acciones no tiene acceso al gran público a menos que se reproduzca la documentación elaborada.
Se podría discutir, si esta acción es una obra de arte en sí, o, más bien, una acción de reivindicación de política social no artístico (como pueden ser las acciones de los grupos en favor de la protección medioambiental que arrojan, entre otras cosas, sopa de patata a los cristales de los cuadros expuestos en los museos). Pero, pienso que dado el marco museístico de la acción y los cuadros de Botero como vehículo del mensaje se podría revindicar como obra de arte en sí. Ciertamente, los límites son borrosos.
Aquí se ha conseguido un doble efecto pedagógico: por una parte, los espectadores habrán aprendido una lección importante sobre la hipocresía de una sociedad aparentemente de moral burguesa y, por otra, el efecto terapéutico de las protagonistas que lograron librarse de sus complejos inculcados por los abusos sufridos.
Debatecontributions 1en Un análisis comparado: la Feria de las Flores
Deja un comentario Cancelar respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Hola Jens,
Muchas gracias por tu análisis comparativo. Me ha parecido muy acertada e inesperada la conexión que propones con el efecto de extrañamiento entre las obras de Botero y las guías atípicas que propone Núria Güell con el comienzo de la película de Lynch.
Menos interesante quizá, a esta altura, la pregunta sobre sí es arte o menos. ¿Qué es el arte? Contestando a esta pregunta hace ya medio siglo, Dino Formaggio zanjaba la cuestión con una provocación (o no): «El arte es todo aquello que los que llamamos arte». Una respuesta que aunque no resulte del todo satisfactoria, sí elimina los límites; pues el arte no debería tener, justamente, limites. Sin embargo es una tema que nos llevaría muy lejos…
Por otro lado, tampoco creo que la acción que el vídeo de Güell presenta haya obtenido un efecto ‘terapéutico’ en las jovenes guías…más bien el propósito era visibilizar la hipocresía de un contexto que no las amparabas frente a proxenetas y abusadores, como has señalado correctamente.
Muchas gracias por tus aportaciones y seguimos.
Saludos cordiales,
Francesco